«Desde Lima olvidan que en la Amazonía hay poblaciones con una historia, la ven como un mercado»

Para la misionera Marianella Huapaya, quien acompaña al pueblo shawi de Loreto desde hace 36 años, el principal problema para los pueblos indígenas amazónicos es que desde Lima la selva se conciba como un mercado, ignorando que ahí hay poblaciones con una historia y un proyecto propio de desarrollo. “Cuando un occidental ve un árbol piensa en dólares. Cuando un indígena ve un árbol piensa en su vida, en su historia, se ve ahí reflejado”.

La hermana Marianella ha dedicado su vida a la población shawi. Foto: Cortesía Marianella Huapaya

20:30 | 19 de junio de 2021.- La frase que encabeza este texto pertenece a Marianella Huapaya. Misionera desde hace 36 años esta mujer de baja estatura, mirada humilde y sonrisa sincera atesora en su experiencia grandes enseñanzas de vida. Las que le ha regalado Dios a través del acompañamiento a los pueblos indígenas amazónicos del Vicariato de Yurimaguas, en Perú. Su mayor cercanía es con el pueblo shawi, cuya historia y cultura conoce en gran medida. Incluso ha logrado aprender su lengua, participando en diversas iniciativas de rescate y revalorización cultural de la mano con las instituciones oficiales.

“Como Iglesia el primer reto que tenemos es descubrir cuál es la Buena Noticia en nuestros hermanos. El anuncio de la Palabra debe ir acompañado de otras muchas acciones, sobre todo cuando el pueblo está siendo explotado, sus territorios están siendo invadidos, la petrolera derrama y contamina las fuentes de agua, las personas mueren o llega una pandemia que puede arrasar a la población”, afirma. Para ella esa es la misión, esa es la religión en la que cree y a la que encarna en su día a día. Misión es estar con el pueblo, ver sus necesidades y de su mano solucionar cuantos obstáculos se pongan en el camino por la defensa de su vida y su dignidad.

La hermana Marianella, en el centro, durante el último encuentro de la Pastoral Indígena en enero de 2020. Foto: P. Dinos

“Hay sectores en nuestro vicariato en que la buena noticia es el acompañamiento en la lucha por la defensa de su territorio, de las aguas, evitando la contaminación ambiental”, enfatiza, “todo ello junto con la Palabra de Dios”. Desde su experiencia enumera los múltiples retos que ha constatado en la convivencia con el pueblo shawi. Retos similares a los que han afrontado cientos de misioneros a lo largo y ancho de la Amazonía, siempre con la fe y la ilusión como bandera.

“Cuando el Gobierno no les atendía en salud el misionero tenía que ser enfermero, profesor y todo a la ve. En mi caso he pasado de ser directora de una escuela a enfermera de una comunidad. Sin embargo, con alegría veo que el Gobierno va asumiendo estos servicios y nosotros seguimos ahí, acompañando. Por ejemplo, no dejamos la educación porque sabemos que cuanto más vigilemos vamos a hacer que nuestros hermanos sean protagonistas de su propio desarrollo en el campo de la fe, de la salud, de la educación y todo ello para una mejor calidad de vida”, explica. Al plano educativo centra ella, en la actualidad, la mayor parte de sus esfuerzos en la formación y acompañamiento de profesores bilingües de las escuelas en comunidades del río Paranapura.

Bicentenario del Perú: tiempo de reflexión

Es momento de hacer balance. A pesar de que el contexto social y político está, en cierto modo, empañando la celebración del Bicentenario de la Independencia del Perú, son varios los foros que se desarrollan en diferentes espacios, mayoritariamente virtuales, para abordar y analizar esta señalada fecha. En uno de ellos participó recientemente la hermana Marianella. Allí indicó que las poblaciones indígenas asentadas en la geografía del Vicariato de Yurimaguas, casi todas en la región Loreto, también han experimentado un positivo proceso de independencia al lograr salir, ya en el pasado siglo XX, de los momentos más duros de su historia marcados por las correrías y la explotación del caucho, así como de las reducciones jesuitas cuyo trato hacia el indígena era esencialmente paternalista y aculturador.

“Han logrado pasar a la autodeterminación, a su propia organización y autonomía, a exigir educación en su propia lengua y a contar con profesionales sanitarios de su propio pueblo”, enumera Huapaya, “en ese sentido ya no se sienten la vergüenza del país, algo que celebramos y con mucho orgullo ahora decimos que el Perú es un país plurilingüe y multicultural”.

Para la hermana Marianella hablar de misión en el contexto del bicentenario es reconocer los retos que aún existen y, especialmente, enfatiza, la cuestión de “la presencia”. Una presencia y cercanía sincera y desinteresada de la Iglesia con los pueblos que les “da fortaleza e impulsa a buscar su camino, a tomar sus propias decisiones y, sobre todo, a ir insertándose con su identidad cultural en nuestra cultura, en nuestro país”.

 

Huapaya lleva 36 años de servicio a la Amazonía. Foto: Cedida

El misionero y la misionera significa, para las poblaciones más alejadas, un soporte y aliado de gran importancia. Históricamente, en la mayor parte de la Amazonía, ha sido así: “Te ven como la persona que les va a ayudar económicamente, en la educación, que les va apoyar, que les va a salvar en los conflictos”. Mientras tanto, indica, la Iglesia intenta ir desde abajo, buscando que sean ellos los protagonistas, formándolos para que busquen lo que necesitan y logren su desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida.

Esto no significa una Amazonía idílica, sino que, a doscientos años de la independencia, queda muchísimo por hacer y los problemas e injusticias del pasado toman hoy nuevas formas y matices: “No podemos negar que estamos enfrentando grandes problemas, sobre todo tenemos que el gran problema territorial que, desde la sociedad de Lima, desde el Gobierno, se vea la Amazonía como el mercado, como la tierra de nadie. Y se olvidan que dentro hay poblaciones que tienen una historia. Poblaciones que buscan su desarrollo y que, desde sus valores, desde su cultura, ellos tienen también un proyecto que tal vez no se parezca tanto al del mundo occidental. Cuando un occidental ve un árbol, ve dólares, ve dinero, ve desarrollo económico. Un indígena cuando ve un árbol ve su historia, su vida, y se ve reflejado en el árbol”.

Reconocimiento e inclusión, dos aspectos clave para el Perú en el año del Bicentenario de su independencia.

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*Nota elaborada con la intervención de la hermana Marianella Huapaya en el conversatorio ‘Amazonía y Bicentenario: Memoria, transformación y compromiso’ el último 16 de junio organizado por la UARM, el CCJPA y el Museo Etnográfico Amazónico.

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