El Nanay, río envenenado

Toma aérea del encuentro de los ríos Nanay y Pintuyacu. Foto: SPDA / Spectabilis

Por: Tachi Arriola Iglesias

La maldición de la abundancia, diría el analista político ecuatoriano Alberto Acosta. Y es que el río Nanay, además de ser una valiosa fuente de aguas negras y hábitat de una gran variedad de peces, microorganismos y plantas acuáticas, tiene a flor de agua, el oro.

Para recuperar el oro del fondo arenoso y lodoso de las orillas, los mineros utilizan el venenoso mercurio metálico (Hg) que se adhiere o amalgama al mineral y facilita su extracción. Este metal, en contacto con el agua, se transforma en un compuesto mucho más tóxico y acumulable en los organismos, el monometilmercurio. Este nuevo tóxico demora muchísimo tiempo en expulsarse de los cuerpos. Ambas sustancias son vertidas en los cauces, contaminando el agua de la cuenca, los ecosistemas acuáticos y resultando una muy grave amenaza a la salud de la gente por la ingesta directa del agua, el consumo de peces contaminados y hasta por la piel. La remoción del suelo de los ríos libera otros metales sedimentados como el plomo, arsénico, aluminio y cromo, igualmente dañinos.

El mercurio también sube a la atmósfera en forma gaseosa cuando los mineros “foguean” (queman) la amalgama, y debido a la alta humedad ambiental, es devuelto al bosque con las lluvias. El suelo de los bosques de la cuenca del Nanay tiene similares características a las del agua del río, por lo que rápidamente el mercurio se transforma en monometilmercurio que entra a la cadena alimenticia de los animales terrestres, es arrastrado a las quebradas, y de ahí al río contaminando a los peces.

El monometilmercurio se acumula en los tejidos musculares de los peces y algunos animales terrestres. Estos son consumidos por las personas quienes reciben la sustancia contaminante. En la Amazonía baja los peces carnívoros como la mota moteada, zúngaros, tucunarés, doncella, fasacos, sábalos, están entre los más apreciados y consumidos por la población. Y son los que más concentración de mercurio presentan.

Dragas en el río Nanay, Iquitos. (Foto: Daniel Carbajal).

En el 2020,  la Fiscalía Especializada en Medio Ambiente de Loreto, FEMA, solicitó al Organismo Nacional de Sanidad Pesquera, SANIPES, llevar a cabo un análisis de los peces de la cuenca del río Nanay, a fin de corroborar si son aptos para el consumo humano, en virtud al Decreto Supremo N°150-2020-PCM. La sorpresa fue que SANIPES seleccionó para analizar a tres especies de peces que no son depredadores carnívoros, sino consumidores primarios de plancton como la yulilla, pez herbívoro; el yaraquí, que es detritívoro (materia orgánica en descomposición); y el cunchi, omnívoro. El estudio señala que el mercurio en peces no supera el máximo permisible. Y el plomo y el cadmio lo hacen ligeramente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el límite de mercurio en sangre y orina oscila entre 5 y 10 ug/l (microgramos por litro).

Estos resultados contradicen a estudios realizados anteriormente por la DIGESA y el IIAP en los años 2005, 2011 y 2013, que encontraron altas concentraciones de plomo y mercurio en agua y sedimentos por encima de los máximos permisibles, así como en cabello, uñas y orina de la población del Alto Nanay.  La contaminación en las  personas fue más alta en las comunidades de la cuenca alta, cercanas a las dragas. Llama la atención que no se haya hecho monitoreo de contaminación con mercurio y otros metales pesados en la población del Nanay, que probablemente es muy alta debido a que ahora la presencia de dragas es mucho más numerosa que hace 15 años.

Algunas de las consecuencias de la intoxicación por mercurio son acidez o ardor en el estómago, pérdida del apetito, trastornos del sueño, nerviosismo o ansiedad, temblor en las manos y dificultad para hablar. Igualmente, el mercurio puede provocar problemas de movimiento, de visión, daño en la placenta de las mujeres embarazadas con graves malformaciones congénitas y en el sistema nervioso.

El río Nanay, nuestra fuente de agua y alimentos, está envenenado y enferma nuestros cuerpos. A la actividad minera ilegal se suma la corrupción que crece en la misma medida que la contaminación.

Lee el artículo original publicado en la web de Amazonía.org.pe aquí.

 

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