[PODCAST_#AmazoníaEsMujer] María, la niña que descubrió su vocación tras ver morir a su mamá

La Amazonía tiene nombre de mujer. De mujeres como María Napuche Pérez, joven Amahuaca que se desempeña como técnica en enfermería del centro de salud de Sepahua, su comunidad, a orillas del río Urubamba. “Quería trabajar por mi pueblo, aquí me dieron la oportunidad de salir a estudiar y quería devolver la ayuda con la atención aquí, a mis paisanos, y dar todo de mí”. Escucha su voz a través de la serie radial ‘Amazonía Es Mujer’

María Napuche Pérez, en el centro de salud de Sepahua (Ucayali). Foto: Pavel Martiarena.

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

20:00 | 27 de agosto de 2020.- “Yo era niña, apenas tenía 9 o 10 años, cuando mi mamá enfermó. Llegué a perderla a los 11 años. Para mí fue algo muy traumático y triste”. Ver morir a quien le había dado la vida marcó, para siempre, la vida de María del Carmen Napuche Pérez. Confiesa que ahí nació su vocación porque “cuando mi mamá enfermó no sabía qué hacer, sentía impotencia por no haber hecho algo. Eso me motivó a estudiar”.

Han pasado, desde entonces, unos 20 años y hoy, aquella niña aplicada y responsable, nacida en el seno de una familia muy humilde del pueblo Amahuaca es, sin duda, una de las personas más queridas y valoradas de Sepahua, su comunidad, a orillas del río Urubamba. Su personalidad fue, ya entonces, muy valorada por el Padre Nemesio Martínez, misionero dominico muy apreciado e identificado con el grupo amahuaca, y con el actual párroco de Sepahua, Ignacio Iráizoz. “Cuando mi madre murió seguí estudiando gracias a ellos, me brindaban mis útiles para que pudiera seguir estudiando la Secundaria”, recuerda sobre aquellos años.

Siendo hoy técnica nombrada en el centro de salud ‘Rosario’ de Sepahua, María jamás olvida cómo ha logrado llegar hasta ahí. “Creo que no hubiera podido estudiar, fue gracias al apoyo de la Misión”, reconoce, “por eso tomé con bastante responsabilidad y empeño mis estudios, yo quería terminar la carrera y ayudar a mis hermanas menores”. María no se cansa de agradecer. Es mujer de pocas palabras, y prefiere agradecer con hechos: “Me gusta ayudar a mis paisanos porque vengo de esta familia, no solamente de la etnia amahuaca, sino también de yines, nahuas… todos ellos son parte de mi vida”.

Tras estudiar Enfermería Técnica en Quillabamba pudo haberse quedado por esa zona. Le ofrecieron trabajo en Cusco, pero no aceptó. Prefirió volver a sus raíces. Era el año 2009. “Quería trabajar por mi pueblo, porque aquí me dieron la oportunidad de salir a estudiar y quería devolver la ayuda con la atención aquí, a mis paisanos, y dar todo de mí”, afirma sumamente convencida de cada palabra que pronuncia. Palabras que, se siente, nacen de lo más profundo del corazón. “En lo que puedo, gracias a mi trabajo, trato de apoyar no solo a mi familia, si no a cualquiera de mis paisanos. A veces, si alguna persona no tiene qué comer cuando está en el hospital, o si no tiene un dinerito para trasladarse a algún lugar, yo se lo doy. Sé lo que es pasar necesidad y siento como si yo fuera esa persona. Lo hago con cariño, sin esperar que más adelante me lo devuelvan o me lo agradezcan”, relata.

Afrontar el miedo con responsabilidad

Si hay una palabra que define a María es responsabilidad. Es la actitud con la que siempre afronta los retos difíciles que la vida le regala. “Al principio fue como un pánico que sentimos, porque era una enfermedad nueva, pero según íbamos conociendo y teniendo más casos hemos tomado la situación con responsabilidad, asumiendo todas las medidas de protección e higiene. Ahí seguimos trabajando”, cuenta sobre cómo viene enfrentando estar en primera línea de lucha contra el Covid.

Y es que María fue, el sábado 6 de junio, quien atendió a la primera paciente con covid positivo del distrito. Aquellos primeros días tuvo miedo, sí, pero más que por ella, por los demás. “Al principio me costó estar en contacto con los infectados, porque tengo una bebita de cuatro meses, y por mi trabajo yo era la más expuesta. Podría traer el virus a casa, donde tengo a mis hijos y abuelos, ese era mi gran miedo. Después lo fui tomando con responsabilidad, ahora llego a casa y tomo las medidas de higiene, me baño antes de tener contacto con mis hijos y dar de lactar a mi bebé”, comenta sobre esta difícil situación. Reconoce también que estos últimos meses vienen siendo los más difíciles desde que se vistió, por vez primera, de blanco impoluto para ejercer su profesión.

  • María, ¿te sientes querida? ¿te sientes reconocida por tu pueblo?
  • Sí, recibo mucho cariño. A veces hay algunos pacientes que, después de haber salido de hospitalización o recuperación, vienen o les ves pasar por la calle y te reconocen y saludan con gratitud, estas acciones me reconfortan y me dan alegría por haber aportado un granito de arena para que esa persona se pueda recuperar. Otras veces, aunque no esté trabajando, vienen y te tocan la puerta de tu casa por alguna emergencia, pidiendo que les atiendas o les ayudes. En esos detalles ves el cariño y reconforta mucho.

Ella es María del Carmen Napuche Pérez. Mujer Amahuaca. Mujer valiente. Un gran ejemplo de por qué la Amazonía tiene nombre de mujer.

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*Material elaborado en colaboración con el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado y CAFOD.

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