Cientos de shipibos, peones agrícolas en la costa, claman ayuda para retornar a Pucallpa

Tienen nueve, cuatro y dos años. André, Cristell y Yéremi son tres de los tantos niños shipibos que están varados junto a sus padres en varios lugares de la costa del Perú desde que se decretó el Estado de Emergencia. Entre adultos y niños son más de 500, según el padrón que ha confeccionado en los últimos días el Consejo Shipibo KoniboXetebo (COSHIKOX) y que ya está en el e-mail del gobernador regional de Ucayali, Francisco Pezo. Pero, ¿qué hacen varios cientos de indígenas shipibos en esa zona del país? Ellos mismos nos lo cuentan.

La familia de Iván Campos es una de las que espera poder regresar a Ucayali. Foto: Cedida

La familia de Iván Campos es una de las que espera poder regresar a Ucayali. Foto: Cedida

 

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

20:20|21 de abril de 2020.- Cuando el presidente Vizcarra decretó la inamovilidad social obligatoria el pasado 16 de marzo, Iván Campos y Leti Lomas alistaron sus cosas y, con sus tres hijos, salieron de Pisco  rumbo a Lima. “Llegamos, queriendo pasar a la ciudad de Pucallpa, pero ya todas agencias estaban cerradas, así que tuvimos que regresarnos nuevamente”. Iván habla desde el poblado Santa Cruz, a 15 kilómetros de Pisco. Hoy, según le comunicaron, ha sido su último día de trabajo para una empresa que está en plena temporada de recojo de granada. Percibía, diario, S/.39,60, el monto estipulado “de acuerdo a ley”, el mismo que reciben el resto de sus paisanos que trabajan como peones agrícolas en las diferentes actividades de la zona. “Aquí hay tomate, siembra de cítricos como la mandarina o la toronja, la uva, la granada… bastante trabajo hay señorita, pero es por temporada, ya se acaba”, explica.

El éxodo masivo de shipibos, de diferentes partes de Ucayali se dio, como años atrás, a fines de diciembre. Con el fin de las labores escolares, muchos padres o familias enteras se mudan, hasta fines de marzo a las grandes plantaciones de la costa. “Todos hemos venido con un solo propósito, trabajar. Si hubiera trabajo cerca de Pucallpa no estaríamos acá. Estamos más de 300 personas, jóvenes, señoritas, adultos mayores, familias…”, relata Campos. Lo sabe bien porque, en estos últimos días, han configurado un padrón que les permita solicitar de manera oficial y colectiva su retorno dentro de los viajes humanitarios anunciados por el Estado.

Es un gran grupo, pero no el único. Más cerca de Lima, en Mala, en el Km. 75 de la Panamericana Sur está Grimaldo Sánchez, natural de la comunidad nativa Puerto Belén, distrito de Iparía, en el Alto Ucayali. Son un aproximado de 150 personas. Grimaldo está ahí, cosechando tomate, junto a su esposa. En la comunidad dejaron a su hijita de nueve años, a la que quieren ver. “La he dejado por venir a trabajar para comprar su mochila y sus útiles escolares para el año y, ahora, no podemos retornarnos porque no hay pase”, lamenta. Cuenta que la temporada ya está por acabar, que el dueño ya no quiere tanta gente ahí y que, además, hay un gran miedo al contagio. Por eso es que, en estos días, todos quedarán sin actividad y, por lo tanto, sin nada para comer.

Otro grupo grande, de unas 150 personas, está en el km 75 de la Panamericana Sur. Foto: Cedida

Otro grupo grande, de unas 150 personas, está en el km 75 de la Panamericana Sur. Foto: Cedida

Son familiares y amigos los que pasan la voz. Trabajar en la agricultura de 6 am a 2 pm, por temporada de verano, es para ellos una oportunidad de lograr ahorrar un poco para afrontar unos meses a su regreso y sufragar los gastos extras que implica la escuela. Iván tiene claro que, después de esta experiencia y cuando esto pase, ya no volverá. “Esta experiencia va a ser inolvidable, pero porque es algo bien feo que estamos viviendo y por la necesidad que estamos pasando”, asegura, “yo pienso que nunca más voy a volver por aquí”. La selva se extraña, cuenta Grimaldo: “Allí lo tenemos todo a la mano, plátano, yuca, pescado, maíz… y otros productos. Aquí estamos comiendo puro pollo y papa, extrañamos nuestros productos de la selva”.

El apoyo de COSHIKOX

El Consejo Shipibo KoniboXetebo ha realizado un padrón unificado con casi 600 nombres. Entre el grupo de Pisco y el de Mala son casi 500. Los restantes están en otros lugares. Algunos, incluso, habrían caminado hasta Lima y habrían buscado refugio en la comunidad urbana de Cantagallo. “Ya hemos enviado esa lista a la viceministra de Interculturalidad y al gobernador regional de Ucayali. Estamos esperando la respuesta y, además, acabo de recibir una lista adicional de unas 400 personas más”, explica el presidente de COSHIKOX, Ronald Suárez.

Las autoridades de Ucayali, como las de otros departamentos, han habilitado sistemas de inscripción en línea para tratar de organizar viajes de regreso y garantizar el retorno de la gente, así como la respectiva cuarentena en aislamiento. “No todos los hermanos tienen buenos celulares para poder registrarse, así que en nuestra lista hemos incluido datos básicos como su edad, peso, DNI, nombre, ciudad donde están y dónde quieren llegar”, relata Suárez, “esperamos que nos ayuden porque a varios de nuestros hermanos ya les han desalojado de los cuartos donde vivían en Pisco, en Ica, en Paracas… Los testimonios que recogemos son muy alarmantes”.

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