El arte shipibo-konibo pierde a uno de sus principales embajadores, Robert Rengifo

Robert ‘Chonon meni’ Rengifo, uno de los pintores indígenas más reconocidos por su valioso aporte y notable técnica, falleció dejando una profunda tristeza en su pueblo Shipibo-konibo. Familiares y amigos destacan, además de su calidad artística, su humildad.

Robert Rengifo, ‘Chonon meni’, durante el evento Ruraq Maki de 2016. Foto: Jonathan Hurtado

Robert Rengifo, ‘Chonon meni’, durante el Ruraq Maki en diciembre de 2016. Foto: Jonathan Hurtado

Por: CAAAP

14:30|28 de noviembre de 2019.- En sus entrevistas de los últimos años ya reconocía que no se encontraba bien. “Mi vista está un poco borrosa, apenas puedo leer. Unos coreanos que fueron a mi comunidad me han medido la vista y dicen que no es tema de ponerme lentes, sino que tengo que bajar la glucosa”, comentaba durante una de las últimas ferias de Ruraq Maki (Hecho a mano) en la que participó hace tres años. Robert Rengifo, conocido como ‘Chonon meni’, era diabético y, en gran medida, esa enfermedad es la que ayer, 27 de noviembre, se llevó a una edad demasiado temprana a quien, sin duda, era uno de los más destacados pintores indígenas del Perú. Deja seis hijos, algunos aún de corta edad.

El pueblo Shipibo-konibo recibió la noticia con inmenso dolor. Demasiado joven, mucho aún por pintar. Natural del distrito de Iparía, en el Alto Ucayali, su vida más estuvo ligada a Yarinacocha, donde su mamá le llevó con apenas cuatro o cinco años, sobre 1974. Pero antes de eso, en su comunidad natal, fue un curandero al que ni siquiera conocía quien le dio el nombre con el que siempre se presentaba: ‘Chonon meni’. Así fue, según su relato: “De bebito yo iba a morirme, pero entonces el chamán me curó y le dijo a mi mamá: yo le voy a dar mi nombre a tu hijito, se va a llamar Chonon meni”. Reconocía que, él mismo, lo tradujo mal durante años. “Durante un tiempo yo mismo decía que significa ‘el que pinta bonito’, pero en realidad “chonon” es ave, así que lo más correcto es decir ‘ave que pinta’ o ‘ave que diseña’”.

Y fue así como nació ‘Chonon meni’ y, fruto de ese ‘bautismo’, fue forjándose un artista en buena parte autodidacta. Siempre pintaba y pintaba. En la carpeta, en cualquier papel, en las paredes, en carbón… “Mientras el profesor dictaba, yo pintaba y si se daba cuenta me preguntaba de la clase y… bueno, yo estaba en otras cosas”, recordaba. Parece que la vena artística le venía por el lado paterno pues, según le habían contado, a su papá le gustaba el tallado en madera, especialmente de animales.

Sería a los 15 años, ya adolescente, cuando realmente comenzase a pintar sobre lienzo y, poco después, cuando adquiriese técnica de dibujo gracias al aporte de un profesor alemán con el que coincidió durante su trabajo en el equipo de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Amazonía Peruana (AIDESEP). Así, de a poquitos, fue adquiriendo una mejor técnica, se decantó por el acrílico y escogió la temática de su preferencia. “Pinto temas visionarios, costumbristas, mitología, cuentos… son temas que a los turistas les gustan mucho, bastante más que los paisajes”, opinaba.

¿Y la inspiración? ¿De dónde llega? ‘Chonon meni’ contestaba, unos tres años atrás, de esta forma: “Mi suegro y mi padrastro son ‘ayahuasqueros’. A veces pinto en base a lo que me cuentan, pues donde mi suegro por ejemplo van más enfermos y toma de lunes a viernes. Entonces si yo quiero pintar una obra consulto con mi suegro o mi padrastro, más o menos cómo ha visto, y yo quiero plasmarlo… Claro, algunas veces yo también he tomado, y lo he plasmado, pero como estoy tomando pastillas mi padrastro no me quiere convidar, porque de repente se cruza con mis medicamentos”. De todos modos, consciente que su pintura era la que le garantizaba el alimento propio y el de sus hijos, Rengifo se adaptaba al gusto del otro. “Si sólo pinto ayahuasca me muero de hambre”, bromeaba, “además es más fácil pintar paisaje que una visión de ayahuasca. Como tengo diferentes tipos de clientes, pinto un poco de todo”.

ALGUNOS DE SUS TRABAJOS. Desde muy joven participó como dibujante en diversos proyectos no gubernamentales, como las cartillas y libros de la Comisión de Emergencia Ashaninka (1996-1999) y las ilustraciones del proyecto Huertas Integrales Familiares Comunales (HIFCO) de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP). También hizo ilustraciones para publicaciones de la Fundación Inca Kola (1998-2000), la World Wildlife Fund (WWF) Perú (2005-2007) y el Seminario Rural de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dirigido por Pablo Macera.

 

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