“Queremos que nos ayuden a plantar, a crear nuevas raíces para el renacer de nuestras comunidades”

Marcial Huaya, apu del pueblo Kichwa del río Nucuray (Loreto), participó de conversatorio sobre el ‘Buen Vivir’ manifestando los temores a una completa pérdida cultural en las comunidades de su zona y afirmando la necesidad de un acompañamiento de la iglesia para hacerla renacer dando valor a los saberes ancestrales de los líderes antiguos. Además, se compartieron experiencias de trabajo de Cáritas Yurimaguas y Cáritas Madre de Dios

Participantes de 'El Buen Vivir: Estrategias desde Territorio'. Foto: Beatriz García Blasco

Participantes de ‘El Buen Vivir: Estrategias desde Territorio’. Foto: Beatriz García Blasco

Por: Beatriz García – CAAAP

Roma, 21 de octubre de 2019. Bajo el título ‘Buen vivir: experiencias desde el territorio’ se desarrolló una actividad co-organizada por los vicariatos de Yurimaguas y Puerto Maldonado, a través de sus respectivas Cáritas locales, así como Cáritas del Perú y el Centro Amazónico de Antropología de Aplicación Práctica (CAAAP). Todo en el contexto del Sínodo de la Amazonía. Llegado desde Yurimaguas la voz de las poblaciones locales la puso el apu del pueblo Kichwa Marcial Huaya, quien es agente pastoral de su comunidad en el río Nucuray, región Loreto.

Es una voz y experiencia que indica, en parte, cuáles son los nuevos caminos que las poblaciones indígenas más alejadas (dos días se tarda en llegar desde la capital distrital hasta su comunidad) desean y piden a sus respectivas iglesias locales. “Entendemos que la Iglesia no va a estar apoyándonos todo el tiempo, pero queremos que nos ayuden a plantar, a crear nuevas raíces para el renacer de nuestras comunidades”, concluyó el apu Kichwa. Esa fue la conclusión a su relato, centrado en un lamento compartido por las poblaciones indígenas amazónicas: la pérdida de su cultura y la urgente necesidad de rescatarla.

Los jóvenes están en otras cosas: comen diferente, piensan diferente y miran mucho a lo externo, a lo del otro, sin preocuparse primer de mirar a la historia de su propio pueblo. “Ahora no quieren mirar a los ancianos, les dejan de lado. Pero el anciano sirve, tiene un gran valor. ¿Cuántas cosas ellos ya han vivido? ¿Cuánto nos han enseñado y todavía nos pueden enseñar?”, preguntó Marcial Huaya.

Habla de la necesidad inminente de un nuevo enfoque y cree que la Iglesia tiene mucho que aportar y acompañar en él como aliada. Habla también de respeto, conocimiento y diálogo permanente, no sólo entre su pueblo y la Iglesia, sino entre todos, incluyendo en ese ‘todos’ al resto de culturas que viven alrededor en las comunidades más cercanas. “El buen vivir es también el respeto a tus costumbres y las de los demás. Todos trabajando de la mano, haciendo que nuestras vidas sigan a través del compartir, a través de la paz y la justicia. Con amor y solidaridad, conformándonos entre todos”, indicó.

Su vínculo con la Iglesia es fuerte y de un profundo agradecimiento, sobre todo en lo referente a la educación. Valora el acompañamiento que varios de sus hijos, sobrinos y otros compañeros de diferentes comunidades tienen dentro del internado de Lagunas gestionado por el Vicariato. Porque la educación también es, en su opinión, buen vivir. Un concepto que a veces se restringe a hablar de armonía entre el ser humano y la naturaleza, pero que en realidad abarca mucho más que eso considerando también lo cultural, lo educativo y otros ámbitos que afectan directamente al ser humano para un vivir pleno y respetuoso.

Todo luego se conjuga en el plano medioambiental porque “Dios nos ha puesto a cada uno nuestro don y entre todos debemos hacer algo complementario. Por eso el Buen Vivir debe empezar de la reforestación, del cuidado de nuestros lagos… Por ejemplo, a veces cuando llega la empresa la gente se alegra, es algo que no acepto porque no creo que sea una forma de vida buena, sino una pérdida”.

Experiencia desde Yurimaguas

Carla Linares, secretaria general de Cáritas Yurimaguas, relató las aportaciones que desde esta institución se realizan al Buen Vivir. “No es que en la Amazonía todo el mundo piense igual. Nosotros llevamos años interviniendo en zonas afectadas por emergencias fruto del cambio climático, por ejemplo, en tema de inundaciones”, expuso, “nuestra tierra está maltratada por la deforestación. La pregunta es: ¿qué dejamos para las futuras generaciones?”.

Tal y como alertó Huaya, Linares reconoció la gran distancia generacional que hay sobre el cuidado de la chacra, de la Casa Común. “La gente quiere que sus hijos vayan a las ciudades a estudiar”, indicó. Ante esta realidad, la entidad local busca trabajar por la atención integral y por eso incluyen temas de seguridad jurídica. El primer paso es que la gente tenga su título de propiedad y, de ahí, empezar a caminar en recuperación de zonas deforestadas y por la alimentación familiar. “El propósito es recuperar los medios de vida para asegurar la alimentación familiar y, ya después, vender los excedentes. También se revaloran los productos de la chacra, pues hay productos que incluso se habían dejado de consumir”, expuso. En dos años, de los 395 niños con los que se ha trabajado la mejora de su salud (desnutrición y anemia), “hemos recuperado a la mayoría”. Un éxito que les indica que están en el buen camino para, desde esta perspectiva, contribuir al Buen Vivir.

Experiencia desde Puerto Maldonado

“¿Cómo impulsar la agroforestería como una forma de impulsar la mejora de vida de las poblaciones y adaptarse al cambio climático? En Madre de Dios también hemos tenido este año muchos problemas de incendios, y es por el modelo que se está trabajando y eso debe cambiarse. Por eso venimos trabajando en proyectos de reforestería para la recuperación de suelos y dar medios de vida a las personas. En eso estamos, trabajando también en cómo darle valor agregado a través de las cooperativas”. Son palabras de Juan Carlos Navarro, secretario general de Cáritas Madre de Dios, quien expuso varios proyectos centrados en revalorar lo local para proporcionar alternativas de vida entre una población que sufre en carne propia las consecuencias de la minería ilegal y la tala de madera.

Cacao, copuazú o piscicultura centran algunos de estos proyectos de medio y largo plazo que ya están dando buenos frutos. “Nuestros ríos están contaminados por mercurios, así que tenemos que buscar alternativas y tecnologías novedosas para que la población pueda encontrar salidas a su alimentación”, explicó. La idea ahora es continuar buscando medios para seguir en la línea de apoyo a las personas y comunidades más desfavorables reivindicando el empoderamiento de la mujer en los procesos.

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