Colombia: Los Huitotos han perdido su cultura, patrimonio e identidad

“Hasta el mismo protagonista de ‘El Abrazo de la Serpiente señala que son poco visibles ante las entidades gubernamentales”

Por: Juan Guillermo Sanmartín Romero

Foto: amazonas.gov.co

Foto: amazonas.gov.co

Ubicados en la periferia que abarca la suntuosidad del río Amazonas, se encuentra la tribu indígena autodenominada como los Huitotos. Provienen de un mestizaje entre linajes nacientes de diferentes tribus y comunidades, hoy en día conocidos como los resguardos. La enorme cuenca hidrográfica del Amazonas nace en el Perú, su cauce voraz se extiende hasta desembocar en el Océano Atlántico de Brasil, al igual que la senda del imponente río. Estas ancestrales tribus se acentuaron desde el inicio de la corta historia de Las Américas, en los límites que abarcan hoy los países de Perú, Brasil y por supuesto, Colombia.

Esta comunidad está en el ojo de país. No es por su valor cultural, ni mucho menos por sus problemáticas ambientales y territoriales, productos de una búsqueda insaciable del ‘preciado caucho’. Pareciera que esta etnia no fue descubierta hace más de 400 años. “Fue descubierta hace un par de años”, en una película de un gran valor artístico. El Abrazo de la Serpiente fue la encargada de mostrarles a todos los colombianos esta tribu por primera vez. No se descarta el valor profundo que trae consigo la película  nominada a los premios de la academia, pero, como siempre ocurre en el país del sagrado corazón, juega más la emotividad y  el deseo de ver ganar un premio o competencia a los compatriotas, que el valor implícito y el llamado de salvaguardia que emite un hecho. En este caso la cinta de Ciro Guerra.

Los indígenas Huitotos en Colombia se encuentran inicialmente a orillas del río Caquetá y sus afluentes. En la zona amazónica no habitan más de 1.100  aborígenes, distribuidos en etnias propias de lengua, territorio, tradición y régimen de costumbre patriolocal. La tribu Bora, Andoque, Yucuna, Nunuya y la ahora popular Cocoina, comparten territorios sin pensamientos ambivalentes y divergentes, pues no sobrepasan los 200 miembros, y su economía depende con creces de la horticultura tradicional, la caza llevada en la sangre, la pesca y la recolección de frutos silvestres. El mayor asentamiento de los Huitotos se encuentra en el Perú, con raíces implícitas en la imponente y muy civilizada comunidad Inca, civilizada no solo por la regulación propicia de lo que fue su gran número de miembros, sino también por sus construcciones excelsas, seguramente si fueran del siglo XXI se compararían con el puente de Brooklyn o los rascacielos de Dubái. Terrazas, sistemas de riegos artificiales y edificaciones en los cuales se encontraban sus Malocas sacras, fueron destruidas por los colonizadores, que tenían un concepto de civilización equivoco. De hecho los indígenas precolombinos tuvieron una civilización basada en la relación interpersonal con la naturaleza, no con el oro y la riqueza desmesurada encontrada en la tierra de las Indias como una mancha en la piel.

Dicen las letras de los bastos libros de antropología precolombina, que los indígenas amazónicos vivan en constantes éxodos, no muy desfasados con los que cuenta la santa escritura, pero esta vez no eran esclavos de nadie. Su tierra y su convivencia era como el rocío en las cosechas. Incluso, fue la tierra inhóspita del Amazonas quien les hizo partir. Ahora la partida inexplicable se da por la explotación del pulmón del mundo, pulmón que de seguir así tendrá que respirar artificialmente. Quitarle el territorio a un terrateniente, indígena o raizal es como quitarle un niño a la madre que busca afanadamente darle a su pequeño lo mejor. Naína Béte (Verdaderamente una ofensa).

La pérdida de patrimonio no es un problema comparado a la pérdida de identidad y cultura. “Los jóvenes Huitotos no les gusta e interesa preservar las condiciones antiguas, ahora solo quieren tener audífonos, ‘vestirse a la moda‘ y hacer uso de las tecnologías”. Palabras expresadas al periodista Felipe Moreno del Canal Capital por Antonio Bolívar,  un indígena y patriarca, amante a su tierra, hijo prodigo de las entrañas de los Cocoina. Sus ojos brillan y sus pupilas se dilatan como quien enamorado frenético de su pareja; su corazón expresa hacia las raíces un sentimiento mucho mayor que al juntar los 48 millones de corazones colombianos. Karamakate, como se le conoce ahora, es el nombre del personaje que realiza en la película de Ciro Guerra, ganadora de 18 de sus 26 nominaciones en las cuales se desataca la victoria en el festival de Cannes Francia y su presencia en la alfombra roja de los premios de la Academia del arte y ciencia cinematográfica.

Mucho se habla acerca del departamento del Amazonas. Todos saben que es magia salvaje. También saben que existe una fauna silvestre de gran envergadura. Lo decía Antonio Bolívar quien allí habita, “es uno de los departamentos más corruptos del país”, y es que se ha convertido en una guerra codo a codo con el magnificente pacifico del Chocó. Hay algo muy interesante al escuchar a propios de etnias indígenas. Sus manifiestos se centralizan en la crítica al Gobierno Nacional, “El Estado piensa que estamos bien, estamos bien aunque abunde el hambre y la zozobra, ¡somos poco visibles ante las entidades gubernamentales”. Sí que tienen razón. El gobierno no los tiene para nada en cuenta. Han llegado al extremo de tener que armarse para defender sus derechos, como el caso de Manuel Quintín Lame Chantre y sus militantes del bloque Quintín Lame, que luchaban por equidad social a base de armas en el centro sur del país. El populi (La Gente) cree que los indígenas en los últimos 20 años están invadiendo las urbes y los principales municipios del país. No es raro ver a indígenas Emberá katio, Cocoina o Wayú mendigando limosna en la calle, calle en la cual habitaron sus entrañas, calle que perteneció antes a ellos que a los propios ciudadanos del civil. ¡Invadimos su territorio señores!

Las serpientes de la corrupción, de la explotación natural y mineral, de la deforestación, del desplazamiento forzado, de la violación a los derechos patrimoniales y muchas más serpientes que no son actuales, desde mucho tiempo han venido abrazando a las tribus de los Hutitos amazónicos, ¡y no es literal!

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Fuente: Las2 Orillas

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